¿QUÉ HAY DETRÁS DE LA CATALANOFOBIA? LA LENGUA COMO VARIABLE DISCRIMINATORIA

Mª Antònia Perelló Rosselló

La mayoría de las personas somos conscientes de que vivimos, tal y como expresa Pérez (2007), en una sociedad crudamente discriminatoria, en la que todos/as somos discriminadores/as y discriminados/as por alguna característica. La lengua, al desarrollar un papel psicológico como marcador potencialmente poderoso para ejercer discriminación social (Smirnova y Iliev, 2016) y al ocupar un lugar central en la vida en sociedad, será la protagonista del presente discurso. Específicamente, se va a relatar sobre la discriminación institucional hacia las personas catalanoparlantes en España y los mecanismos psicosociales que podrían sostenerla.

INTRODUCCIÓN

El menosprecio hacia los y las catalanoparlantes se considera una exhibición clara de catalanofobia (Romaguera, 2017). Este término, según Ferrer i Gironès (2000), es usado para etiquetar el sentimiento de menosprecio del nacionalismo español hacia cualquier expresión de la cultura catalana. A pesar de que es incuestionable que la expresión “catalanofobia” incluye una diversidad de aspectos, en el presente discurso solo se abarcará con relación a las discriminaciones por razón de lengua catalana.

Es importante tener en cuenta que la configuración lingüística coexistente es típica de distintas comunidades autónomas de España. Así, en algunas como en las Illes Balears, el País Vasco y Galicia, conviven dos lenguas distintas, evidenciándose como territorios bilingües donde, a parte de la lengua oficial del Estado, se habla una lengua propia de la región (Escoriza, 2019). De esta manera, puede declararse que, en el Estado Español, el rol de lengua mayoritaria (y dominante) es adoptado por el castellano y, por el contrario, el de lengua minoritaria lo posee la catalana, la gallega o el euskera. Cabe decirse que estas últimas han sido históricamente subordinadas a la lengua mayoritaria por decisiones de carácter político (Escoriza, 2019); por ejemplo, durante la época franquista se eliminó la instrucción nativa de la lengua catalana en las escuelas, se prohibió su uso en la vida pública y se abogó explícitamente para la asimilación lingüística de la lengua castellana.

DISCRIMINACIÓN LINGÜÍSTICA INSTITUCIONAL

Para profundizar más en el tema específico del relato, es conveniente declarar que la lengua catalana es cooficial junto a la castellana en Cataluña, en la Comunitat Valenciana y en las Illes Balears (Echenique y Sánchez, 2005). En el artículo 6 de la Ley Orgánica 6/2006 (19 de julio del 2006), el artículo 6 de la Ley orgánica 1/2006 (10 de abril de 2006) y el artículo 4 de la Ley Orgánica 1/2007 (28 de febrero de 2007) de sus respectivos Estatutos de Autonomías está recogida esta cooficialidad, así como la no discriminación por razón de lengua y la defensa del derecho de la libre opción lingüística en la totalidad de las instituciones autonómicas.

Pese a que los/as hablantes de la lengua catalana gozan de unos derechos lingüísticos reconocidos, frecuentemente son vulnerados por las administraciones públicas, sean estas estatales o autonómicas y estén situadas dentro de territorios catalanoparlantes o fuera de ellos. Desde el 2007, la Plataforma per la Llengua lleva a cabo, anualmente, un recopilatorio de algunos casos de catalanofobia por razón de lengua sufridos por parte de personas catalanoparlantes en el contexto de prestación de un servicio público.

Una enfermera del Hospital de Son Espases (Mallorca) que veja y echa a una paciente porque le habla en catalán anunciándole que “Estamos en España”; dos agentes de la policía que increpan y niegan la atención a una ciudadana de 69 años catalanohablante porque les solicita información en catalán al renovarse el pasaporte (Plataforma per la Llengua, 2019); la ciudadanía denegada a un brasileño debido a la realización del examen en catalán y no en castellano, especificando que la única lengua de integración de la Comunidad Valenciana es el castellano (Plataforma per la Llengua, 2017); o la devolución de la empresa Renfe a la carta escrita desde el Ayuntamiento de El Brull (Cataluña) porque está escrita en catalán declarando que esta es una “lengua no oficial” (Plataforma per la Llengua, 2018). Estas situaciones de vejación y desvaloración recién expuestas son algunos de los testimonios recogidos por la Plataforma per la Llengua de una discriminación lingüística institucional y explícita. Según afirma dicha Plataforma, la hostilidad o rechazo hacia las personas catalanoparlantes en contextos institucionales no puede considerarse como un hecho aislado, pero… ¿qué podría haber detrás de esta catalanofobia?

MECANISMOS PSICOSOCIALES

Puede describirse el término “discriminación” como la acción de rechazo y trato inferior hacia una persona o un colectivo por el mero hecho de tener una característica concreta (Islas, 2005; Pérez, 2007). Por ende, la discriminación lingüística consistiría en el desprecio hacia los y las hablantes de una lengua específica o una variedad lingüística por el simple hecho de hablarlas. A pesar de que se evidencia esta realidad en múltiples regiones de distintos países, es reciente la atención de la psicología social hacia la discriminación contra grupos definidos por la lengua hablada (Wright y Bougie, 2007). Los Estados Unidos (Wright y Bougie, 2007), Canadá (Wright y Bougie, 2007), Brasil (Massini,2004) y Escocia (Paterson y O’Hanlon, 2014) son ejemplos de países donde se percibe que el lenguaje es una variable potencial de discriminación.

Los/as hablantes de una lengua no solo la valoran instrumentalmente, sino que también aparece hacia ella una estimación intrínseca, al ser herencia sociocultural y actuar de marcador definitorio de identidad (Collins y Clément, 2012; Livingstone, Manstead, Spears y Bowen, 2011; Paterson y O’Handlon, 2014), tanto individual como social. El hecho de que la lengua compartida sea un fuerte indicador de pertenencia a un grupo (Smirnova y Iliev, 2016) la convierte en una característica clave para situar una persona como dentro o fuera del endogrupo (Smirnova y Iliev, 2016), por ende, también del exogrupo. Esta separación podría desencadenar consecuencias en las relaciones intergrupales (Collins y Clément, 2012) tales como, por ejemplo, un favoritismo endogrupal y/o un rechazo exogrupal por cuestión de lengua (Smirnova y Iliev, 2016).


Si se juzga a la lengua como una parte relevante de lo que uno/a mismo/a es, puede entenderse que, si esta se encuentra en situación de peligro, haya una motivación por defenderla, al percibirse como una amenaza a la identidad social (Livingstone et al., 2011). Como respuesta a esta amenaza, las personas miembros de las minorías lingüísticas como la lengua catalana, aparte de expresar la importancia de su lengua como atributo definitorio, pueden participar en procesos destinados a lograr ciertas finalidades como un mayor reconocimiento de la lengua y la creación de leyes para protegerla (Wright y Bougie, 2007).

A su vez, la existencia de las lenguas minoritarias en el Estado Español puede ser percibida como una amenaza a la identidad social de las personas miembros del grupo de la lengua mayoritaria. Extrapolando las ideas expuestas por Wright y Bougie (2007) al contexto español, podría considerarse que el multilingüismo existente en España puede alimentar temores hacia el poder y estatus de la lengua mayoritaria y dominante: la castellana. Por ende, las personas castellanoparlantes, podrían presentar esfuerzos enfocados en reducir o eliminar el uso de lenguas minoritarias como el catalán. Estos esfuerzos pueden conducir a una violación de los derechos de las personas catalanoparlantes y a formas de discriminación, tanto sutil como directa (como la institucional anteriormente citada), tanto en comunidades donde el catalán es cooficial o no. Estas acciones discriminatorias podrían ser perpetuadas por personas que sienten un desprecio evidente hacia el grupo minoritario o por aquellas que, sin saberlo, presentan ciertas actitudes prejuiciosas subyacentes hacia los/las catalanoparlantes. En definitiva, hablar un idioma que no sea el mayoritario puede asociarse a una exclusión y discriminación significativa (Wright y Bougie, 2007).

En los últimos estudios realizados sobre actitudes lingüísticas se pone especial énfasis a un factor que podría tener un papel protagonista en ellas: la politización del lenguaje (Smirnova y Iliev, 2016). En sociedades plurilingües como España, el reconocimiento oficial de una lengua minoritaria se convierte, frecuentemente, en un tema divisorio. Así, algunas personas pueden considerarlo como un derecho humano básico, mientras que otras lo ven como una amenaza de la unidad del Estado (Smirnova y Iliev, 2016). Consecuentemente, y parafraseando a Smirnova y Iliev (2016), ha de decirse que los partidos políticos nacionalistas suelen convertir un símbolo central de su discurso el papel que juega la lengua propia de su territorio en su identidad grupal. Esta situación llamada politización lingüística es típica de la política española, ya que constantemente se hace política de una cuestión cultural e identitaria. Esta conducta parece ser la causante principal del auge de la polarización política que existe en España, ya que la identidad provoca una mayor división que el apoyo a las políticas públicas (Miller, 2020). Pero ¿es posible dejar de politizar lenguas?

CONCLUSIÓN

Tal y como se ha comentado anteriormente, la razón principal por la que los y las investigadores sociales hayan agregado la lengua a la larga lista de marcadores capaces de forjar una discriminación social (Smirnova y Iliev, 2016) es su tinte identitario (Collins y Clément, 2012). Al entenderlo así, Guerrero (2020) considera imprescindible planificar estrategias encaminadas a luchar contra la imponente discriminación institucional y social que las personas catalanoparlantes padecen.


La discriminación de los y las hablantes de la lengua catalana y de cualquier variedad lingüística diferente a la lengua castellana podría considerarse un problema estructural del Estado Español y de la ideología que lo sustenta, el nacionalismo español (Plataforma per la Llengua, 2019). En cualquier caso, podría apreciarse como un favoritismo endogrupal: como la exhibición de la preferencia sistemática hacia una variedad lingüística determinada, en particular, al castellano (Ajuntament de Barcelona, 2020).

Hay muchas preguntas acerca de la discriminación por razón de lenguas que aún no tienen respuesta, debido a que no han sido investigadas. Entre ellas, encontramos: ¿La coexistencia lingüística de una lengua dominante con otras minoritarias puede debilitar a la primera? ¿La tendencia a la asimilación lingüística que se está afianzando en algunos países es una solución justa? ¿Cómo se ha de percibir el respaldo consciente hacia prácticas que favorecen a la desaparición de la lengua propia de un grupo? (Collins y Clément, 2012).

En cualquier caso y a modo de síntesis, conviene exponer que el respeto a las lenguas, dialectos, acentos y a sus hablantes ha de ser un objetivo fundamental de los Estados plurilingües como España. Esta actitud tendría que ser motivada desde distintos agentes socializadores, en los que destaca la institución educativa. Como señala Pérez (2007): “la formación académica nos puede ayudar a cuestionar la necesidad de la categorización que hemos heredado”. Debido a esto, el mejor antídoto para la catalanofobia y la tolerancia hacia las lenguas minoritarias es la educación con respeto a ellas para que seamos un país donde se perciba la multiplicidad de lenguas como una riqueza cultural.


¡VE A LA PÁGINA 2 PARA LEER ESTA OTRA INFORMACIÓN DE INTERÉS!