Hablemos bazofia: Acercándonos a lo cotidiano, lo oculto y lo intencional

Bazofia (sust. fem.): Cosa soez, sucia y despreciable.

A diario estamos buscando lo liviano. Lo sin sentido que nos da la sensación de que nos llena por dentro. Mezclamos lo cotidiano con lo superficial y lo violento, y
hacemos una bazofia habitual que nos da de qué hablar. Pues hablemos. Vengo de una colonia patriarcal y desigual que me ha enseñado a ser agua en los procesos y en los intercambios. Abrazar con curiosidad la(s) bazofia(s) y a rescatarla(s) desde la resignificación, la sanación y la transformación. Así es que te invito a que hablemos un poco de la bazofia cotidiana a ver si terminamos interesadas en las nimiedades de donde estamos.

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Viñetas ilustradas y escritas por Mariela Pabón Navedo. (Navedo)

¿Dónde estamos?

Vivimos en un sistema que es jerárquico, binario y violento. Este sistema reproduce de manera simultánea y sistemática categorías de raza, género, sexualidad y clase. Es a través del lenguaje que se trasmiten narrativas dominantes, procesos psicológicos subyacentes y se manifiestan interacciones ambivalentes. Algo que se suele soslayar, son las narrativas racistas implícitas que se reproducen y se plasman en el lenguaje que utilizamos a diario. Una forma de problematizar la racialización del lenguaje desde un análisis de discurso que es interseccional, es visibilizar los procesos psicológicos subyacentes. Especificamente, como el lenguaje hace alusión a lo oscuro y no visible como negativo frente a lo claro y visible como positivo. Ahí yace una relación inseparable de la denominación categorial de la raza, el género, la sexualidad y la clase social.

Utilizamos la «denominación categorial» como concepto que habla de categorías que tienden a ser separadas, pero que son inseparables ante la autora María Lugones. La misma entiende por denominación «categorial» lo siguiente: “Introduzco el neologismo «categorial» para señalar a relaciones entre categorías. No quiero decir «categórico». Por ejemplo, podemos pensar de la vejez como una etapa de la vida. Pero también podemos pensarla como una categoría relacionada al desempleo y podemos preguntarnos si el desempleo y la vejez se pueden comprender separadas la una de la otra. Género, raza, clase han sido pensadas como categorías. Como tales, han sido pensadas como binarias: hombre/mujer, blanco/negro, burgués/proletario. El análisis de categorías ha tendido a esconder la relación de intersección entre ellas y por lo tanto ha tendido a borrar la situación violenta de la mujer de color excepto como una adición de lo que les pasa a las mujeres (blancas: suprimido) y a los negros (hombres: suprimido). La separación categorial es la separación de categorías que son inseparables” (Lugones, 2008, pág. 76).

 

¿Análisis de discurso?: No es lo que se dice, es lo que se intenciona

Ian Parker nos expone cómo más allá de haber distintas formas de tener en cuenta cómo cambia el lenguaje, cómo se combina y lo que hace; reitera cómo a través del análisis de discurso podemos sistemáticamente examinar qué procesos subyacentes psicológicos nos provoca (Parker, 1996, pág. 72). Más que darle sentido a lo analizado, este trasciende de lo material para ahondar en lo que no se dice, sino en lo que se intenciona. Si nos remontáramos desde el registro psicoanalítico podríamos decir que “siempre hay algo más allá que lo meramente dicho” (Colón, 2011). En nuestro caso, queremos hacer hincapié en la tensión discursiva entre el “lado oscuro/ no-visible” de cara al “lado claro/visible” que presupone semióticamente que lo ‘negro’ tiene en nuestras culturas una carga no solo negativa, sino siniestra. Mas esto parece lícito despedazarlo desde el lente de la interseccionalidad, ya que si no, no comenzamos a hacerle frente a las injusticias de las violencias implícitas y explícitas que vivencian las cuerpas negras, latinas, asiáticas – DE COLOR – trans, cúir, intersexo y con diversidad funcional, entre otras.

La interseccionalidad como marco teórico y su conexión con la colonialidad

Rescatando que lo personal es político, por tanto, me parece íntimamente pertinente problematizar las categorías que están imbricadas e invisibilizadas y que no pueden separarse. Esto lo hacemos utilizando la interseccionalidad como marco teórico. Hacer las categorías de raza, género, sexualidad y clase visibles e indivisibles, permite destapar lo que ocultamos en el palique del día a día. Según la Real Academia Española, es una conversación de poca importancia.

Es desde esta perspectiva que nos remontamos en el concepto de interseccionalidad que nos trae María Lugones. Lugones, a través de la conceptualización de la colonialidad del poder de Anibal Quijano, que reconoce la intersección entre raza y género; entiende la colonialidad como un concepto que sobrepasa su relación con la “raza”. Provocando que se entrechoque con todas las relaciones interactivas entre lo individual y lo colectivo. Sumando a esto, constata que parte de las violencias raciales y de género que vivenciamos las mujeres de color radica en la separación categorial entre la “raza” /etnia, el género, la clase social, y la sexualidad.

Basándonos en Lugones, “la autodenominación mujer de color, no es equivalente a, sino que se propone en gran tensión con los términos raciales que el Estado racista nos impone. Las feministas de color nos hemos movido conceptualmente hacia un análisis que enfatiza la intersección de las categorías raza y género porque las categorías invisibilizan a quienes somos dominadas y victimizadas bajo la categoría «mujer» y bajo las categorías raciales “Black” “hispanic”, “Asian”, “Native American”, “Chicana” a la vez, es decir a las mujeres de color” (Lugones, 2008, págs. 81-82)

Lugones presenta y complica el modelo de Aníbal Quijano, ya que este brinda una lógica de ejes estructurales, de lo que permite ser una buena base para la comprensión de los procesos de entrelazamiento de la producción de género y raza. La colonialidad del poder es un concepto para comprender el patrón del poder capitalista eurocentrado y global que se entiende a través de un sistema jerárquico, binario, violento, capitalista y moderno (Lugones, 2008). Lo que trae Lugones es la mutualidad de la construcción de la colonialidad del poder y del sistema de género colonial/moderno – dando a lugar la inseparabilidad categorial. A través de la colonialidad del poder que rescata de Quijano, se ve la distinción a partir del mito de la modernidad entre “superior-inferior”; “primitivo-civilizado”; “tradicional- moderno”; racional-irracional”; este nos permite hacer hincapié en que estamos haciendo referencia a un sistema jerárquico, binario y violento; que es quien sostiene y reproduce los discursos y supuestos sociales que nos interpelan.

El trabajo de Lugones nos requiere entender y problematizar “las luchas de las mujeres contra formas múltiples de violencia contra ellas y contra sus mismas comunidades racializadas y subordinadas” (Lugones, 2008, pág. 90), ampliando el lente con que analizamos cómo se reflejan los procesos psicológicos subyacentes a las discursivas racistas que han sido normalizadas. Por tanto, la interseccionalidad revela lo que no se ve cuando estas categorías se conciben por separado. Este entrecruzamiento de categorías inseparables a través del concepto de la colonialidad del poder y de género, da paso a la visibilización de las tensiones entre el lado oscuro/no-visible de cara al lado claro/visible que convergen entre las relaciones de “raza”, de clase, de género y de sexualidad. Por lo que, este proceso de racialización no solo subordina y violenta mientras normaliza, sino que prescribe y ahonda con el lenguaje que nos atraviesa. Este nos atraviesa en la medida que nos permite comunicarnos y construir conocimientos pero, sobre todo, es el que nos ayuda en el devenir de identidades (individuales y colectivas) – devolviéndonos a la inseparabilidad categorial de la raza, el género, la sexualidad y la clase social.

Entendemos que el futuro cuando hablemos de la separación categorial, debería incluir la diversidad funcional como otra categoría que debería ser inseparable. Ya que esto permitiría un rescate del qué

hacer y cómo hacerlo como acto político en un sistema capitalista que no reconoce las cuerpas y formas distintas de «trabajar» o ser «funcional».

Les niñes, la colonia y las narrativas racistas

La tensión discursiva entre el lado oscuro/no visible vis-à-vis el lado claro/visible es lo que presupone el negro no solo como negativo, sino como siniestro. Esto es de especial relevancia cuando queremos entender cómo se refleja en los procesos psicológicos subyacentes de las cuerpas de mujeres, personas no binarias, niñes y personas de clase baja que fenotípicamente son distinta a la norma (el hablar en femenino es reivindicar la narrativa de la que se hace alusión. Es una forma de visibilizar cómo de la misma forma que quien lee no se siente apelado o identificado, las mujeres u otras personas no binarias no se sienten identificadas o representadas cuando se habla y generaliza en masculino). Esto implica un proceso de socialización y de construcción identitaria violenta e inestable. Más aún, cuando el proceso de socialización se da dentro de un contexto colonial (actual) en el que hereda manifestaciones implícitas y explícitas de una jerarquía racial esclavista (Godreau, y otros, 2013). Cojamos un caso como Puerto Rico, primero colonia de España (1493-1898) hasta la guerra hispano-cubano-estadounidense en donde fuimos relegados como colonia estadounidense. Puerto Rico carga consigo una memoria colectiva colonial y, por tanto, racista de más de 500 años. El proceso de ser colonia implica ser obligados a una asimilación que hereda los prejuicios y discriminaciones que sostienen las relaciones de poder jerárquicas a nivel político, social y económico. Esto quiere decir, que en el proceso de construir identidades individuales y colectivas de las personas puertorriqueñas, serán nacidas dentro de narrativas que escuchamos a menudo como “pelo malo” (para referirse al pelo crespo), decir que a alguien “se le salió lo de negro” (para señalar una respuesta agresiva), la recomendación de que “hay que mejorar la raza” (para blanquearse), o la aclaración de que una persona es “negra pero inteligente, buena o bonita” (indicando que se trata de una excepción) (Godreau, y otros, 2013). Estas narrativas demuestran que no somos neutrales al valorar y hablar sobre nuestra herencia (Picó y Alegría, 1989 en Grodreau, y otros, 2013), y lo que es más problemático, que demuestra cómo invisibilizamos la violencia con la que criamos a nuestres niñes, dando por alto el impacto psicológico y emocional a través de la repetición y normalización del lenguaje coloquial.

En un estudio, intervención e investigación que se llevó a cabo durante seis años y que se hizo con estudiantes de escuela elemental en dos pueblos de Puerto Rico (Godreau, y otros, 2013) (el estudio se concentró en tercer grado, ya que el Departamento de Educación destaca la enseñanza de las “tres raíces” que conforman la cultura puertorriqueña —incluyendo la “raíz africana”— en este nivel (Godreau, y otros, 2013, pág. 12)), podemos rescatar algunas de estas violencias. Dentro de las distintas cosas que encontraron, muestran que un 64% de las maestras (25 de 39 maestras entrevistadas) dijeron haber tenido que intervenir con un niñe agresor o víctima del racismo en algún momento. Uno de los testimonios decía lo siguiente:

Los niños iban entrando para la biblioteca de kindergarten. Venían en fila y parece que se empujaron y el que quedaba al frente era [un niño], y la nena que venía detrás de él cayó, como encima de él. Y él se vira y le dice ‘negra sucia’. Para mí, fue impactante porque yo vengo del nivel superior, intermedia, y eso sí lo he visto, pero, en kindergarten, escuchar esas palabras y de la manera como él se las dijo… me impactó”. Maestra en Cayey, (Godreau, y otros, 2013, pág. 21)

El proceso de escuchar desde que eres pequeño cómo eres menos porque fenotípicamente eres distinto, implica una violencia implícita y latente que les niñes se acostumbran a ver como normal. Cuando a algunes niñes le preguntaron qué cosas querían cambiar de sí mismes, las características a las que apuntaban eran de carácter estético racial. Así, por ejemplo, algunes dijeron: “Me gustaría cambiar los ojos, porque quiero tener los ojos verdes”; “el pelo, porque tengo el pelo rizo y feo y no me gusta mi pelo rizo, me gusta lacio”, dijo otra estudiante; “la nariz, para tener la nariz perfilada”, escribió un niño. “Quisiera tener los ojos azules”, escribió una niña que también indicó que, si ella tuviera que salir en una obra escolar le gustaría ser española, “porque me gustaría ser blanca” (Godreau, y otros, 2013, pág. 25). Una y otra vez presenciamos cómo en el baile entre el lado oscuro/no visible de cara al lado visible/claro les niñes, en este caso, prefieren ser algo que no son. Lo violento de este proceso es que con el lenguaje que están aprendiendo a construir una identidad, están paralelamente aprendiendo a odiarse y a culparse por ser como son. Esto refleja un proceso subyacente psicológicamente traumático y pernicioso. El proceso psicológico subyacente es la co-construcción de mundos paralelos en tensión, uno con el peso del lado claro/visible de cara al otro no visible/oscuro. Este proceso perpetúa un sistema binario que a diario le está diciendo a alguien que no es suficiente, que no vale, que no es estéticamente bonito, que es agresivo. Se dice sin decir, porque de nuevo, no es lo que se dice, es lo que se intenciona.

Entonces, más que visibilizar el peligro del prejuicio y la discriminación y cómo esta se manifiesta de forma latente a través del lenguaje, pretendemos desmenuzar la bazofia de a diario viendo cómo desde lo micro y cotidiano somo co-autores de la perpetuación de violencias en el lenguaje. Por esto, utilizamos la interseccionalidad no como un mero cúmulo de categorías que se interconectan según un tiempo y un espacio, sino como una guía que nos ayude a comenzar a ver y ser conscientes. Entendiendo que en sí misma no es algo estático, sino un acercamiento lingüístico y crítico que nos sirve de lente según cada persona y contexto.

Lo que buscamos es arrancar los mitos de raíz que nos silencian y que nos imposibilitan co-construir una vida digna para todas, todos y todes. Arrancar de raíz mientras se toma el café, se habla con la abuela, se camina por la calle, se debate en la barra. Más que analizar el discurso y posicionarnos de manera pasiva, utilicemos la horizontalidad y las herramientas que tenemos, para que te preguntes – tú que me lees – como se ve ese (des)aprender. ¿Qué implica entonces? ¿Callar o empujar límites? Una vez termines de leer esta bazofia escrita, pregúntate dos veces antes de utilizar frases como “pelo malo”, “mercado negro”, “humor negro”, “te salió lo de negro”, y “hay que mejorar la raza”; porque al final del camino, “siempre hay algo más allá que lo meramente dicho”.

Jessica A. González Sampayo

 


Referencias

Butler, J. (1999). Gandar TroubJe.Feminism and the Subversion of Identity. (M. A. (2007), Trans.) Barcelona: Paidós.

Colón, S. (2011, Febrero 28). Seminario Permanente de Métodos de Investigación Cualitativos y Cuatitativos. Retrieved from Seminario Permanente de Métodos de Investigación Cualitativos y Cuantitativos : https://spmiupr.wordpress.com/2011/02/04/analisis-de- contenido-o-analisis-de-discurso/

Godreau, I., Ortiz, M. F., Lloréns, H., Pumarejo, M. R., Torres, I. C., & Concepción, J. A. (2013). Arrancando Mitos de Raís Guía para una Enseñanza Antiracista de la Herencia Africana en Puerto Rico. (O. B. Reyes, Ed.) Puerto Rico, UPR-Cayey: Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias .

Lugones, M. (2008, Junio-diciembre 23). Colonialidad y Género. Tabula Raza, 9, 73-101.

Navedo, M. P. (n.d.). Podría ser mejor también. San Juan, Puerto Rico. Retrieved from https://www.facebook.com/checkinmariela/

Parker, I. (1996). Discurso, cultura y poder en la vida cotidiana. In I. Parker, & E. A. López (Ed.), Psicologías, discursos y poder (pp. 79-92). Madrid, España: Visor.

Symington, A. (2004, Agosto 9). Interseccionalidad: Una herrmienta para la justicia de género y la justicia económica . Género y Derecho, 9, 1-8.

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