‘’ÑUKE MAPU’’, RESISTE

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‘’ Los pueblos y los individuos indígenas son libres e iguales a todos
los demás pueblos y personas y tienen derecho a no ser objeto de
ningún tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, en
particular la fundada en su origen o identidad indígenas .’’
(Organización de las Naciones Unidas, 2007)

Contextualización histórica:

Cómo se originó el conflicto con la población Mapuche

Cristóbal Colón desembarcó en tierras americanas el 12 de Octubre de 1492, dando comienzo a un periodo de conquista que se extendería hasta 1898. Las consecuencias fueron abrumadoras. Algunos historiadores/as, como Dobyns (1893) afirman que en los primeros 130 años, se diezmó un 95% de la población aborigen. Los datos son inexactos, ya que se desconoce el número de personas existentes en el momento de la conquista, y depende de la perspectiva del historiador/a, varían. Lo que sí está claro es que se produjo una catástrofe demográfica en América a consecuencia de las guerras, las enfermedades y la explotación.
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El caso de Chile fue particular. La llegada de los españoles se demoró hasta 1540 a manos del conquistador extremeño Pedro de Valdivia. En aquel momento, el territorio Mapuche se extendía de Norte a Sur entre el río Limarí y Chiloé, y de Este a Oeste entre los océanos  atlántico y pacífico. A este lo llamaban Wallmapu.

El conflicto desencadenante de la división histórica entre la población chilena y la mapuche fue la Guerra de Arauco. Esta duró 282 años, y se llevó a más del 50% de la población aborigen complementada por las diferentes enfermedades y pestes que asolaron a la población. El broche final, la Pacificación de la Araucanía, buscó el sometimiento final de los y las indígenas mapuches. Para ello se llevaron a cabo una serie de actos represivos en contra de las comunidades indígenas rebeldes. Los resultados fueron la muerte de miles de indígenas rebeldes e inocentes, y el sometimiento definitivo de estas comunidades en sistemas de reductos indígenas y campos de internamiento. Los territorios anexados fueron entregados para ser colonizados a inmigrantes europeos, principalmente alemanes. Originando un conflicto que se extiende hasta el día de hoy.

Contextualización teórica:
Comprendiendo el conflicto desde un punto de vista social.

Para comprender este conflicto, a nivel teórico, debemos realizarlo a través de dos teorías: La teoría de la Identidad social (TIS), y el Modelo de Contenido de los Estereotipos. La primera nos servirá para entender los movimientos sociales del pueblo Mapuche, y la segunda para entender el desarrollo de los prejuicios.

La Teoría de la Identidad social de Henry Tajfel , plantea la idea de que ‘’ por muy rica y compleja que sea la imagen que los individuos tiene de sí mismo en relación con el mundo físico y social que les rodea, algunos aspectos de esa idea son aportados por la pertenencia a ciertos grupos o categorías sociales ’’. (Tajfel, 1981). Esta pertenencia conforma lo que el autor denominaría ‘’Identidad social’’, que abarca el conocimiento de un individuo de que pertenece a determinados grupos sociales, y que este hecho tiene un significado emocional y de valor para él/ella. Al proceso de adscripción a un grupo, lo llamaría ‘’Categorización’’, y esta categorización supone que los y las miembros de un grupo comparten ciertos elementos del self que son semejantes (En nuestro caso, la  procedencia Mapuche) y por tanto etiquetará a estas personas con las que comparte cierta categoría como ‘’endogrupo’’, y a las que no lo hacen como ‘’exogrupo’’, acentuando la diferenciación entre ambos. (‘’Los y las Mapuches somos luchadores, respetamos la tierra’’, mientras que el resto de la población chilena ‘’explota los campos y se dejan manipular por los gobiernos’’, por ejemplo)

Una vez establecidas las categorías, y en orden de establecer una identidad social positiva, las y los miembros del grupo se comparan socialmente. Es decir, comparan el endogrupo con el exogrupo (Mapuches vs. Población chilena), tendiendo a contribuir el ‘’principio de acentuación’’, es decir, a hacer mayores las diferencias intergrupales, especialmente en aquellas dimensiones en las que el endogrupo destaca positivamente. Si en este proceso de comparación, el resultado es negativo, el sujeto diseñará diferentes mecanismos para contrarrestarla, los cuales explicaremos en el apartado ‘’Respuesta del Pueblo Mapuche: La movilización social’’.

La estigmatización del Pueblo Mapuche: Prejuicios y estereotipos

Stuchlik (1974), postuló la existencia de cinco estereotipos de los mapuches, tres positivos y dos negativos, ordenados históricamente: Al mapuche histórico se le considera “Guerrero valiente’’ y ‘’bravo” (desde la conquista hasta 1840 aproximadamente), más adelante pasan a considerarse “Bandido sanguinario” (1840 hasta 1893 aproximadamente); posteriormente se le considera “Indio bajo el paternalismo del hombre blanco” (desde 1920 hasta 1960 aproximadamente); y finalmente “Salvaje gentil al que falta sólo la educación” (desde 1960).

Siguiendo el Modelo del Contenido de los Estereotipos de Fiske (2007), estos se podrían clasificar en dos categorías: Calidez y competencia. La primera hace referencia a
las intenciones (buenas o malas) que puede tener un grupo, y la segunda al potencial de llevar a cabo estas intenciones. En este sentido, el mapuche ‘’histórico’’ sería visto como muy competente pero poco cálido, mientras que la percepción del mapuche actual se calificaría como bajo en competencia pero alto en calidez. Aunque esta segunda afirmación es controvertida, ya que Amolef (2004), ya introdujo la presencia de otra categorización de la población como subversivos, extremistas, prepotentes, que no miden riesgos, violentos, peleadores, destructivos, traicioneros, enceguecidos, lo cual los establecería en la dimensión de bajos en calidez.

El modelo de contenido de los estereotipos añade otro elemento: La mediación de las condiciones socio-estructurales en el establecimiento de los estereotipos. En nuestro caso, el estatus del exogrupo (Mapuches) es marcadamente inferior, y la relación entre los grupos (No mapuches/chilenos-Mapuches) es de interdependencia. Por un lado, cooperativa, ya que ambos deben participar en el desarrollo económico-social del país, y por otro lado, competitiva, ya que la población discriminada busca recuperar las tierras expropiadas por parte del grupo mayoritario. Este último aspecto lleva al grupo dominante a clasificar intenciones del grupo minoritario como negativas, ya que pretenden arrebatar sus recursos.

La consecuencia de esta clasificación estereotípica, en términos aún del modelo del contenido de los estereotipos, predice emociones específicas que aparecerán en la población chilena: Por una parte, según Cuddy (2008), cuando estos sean calificados como altos en calidez y bajos en competencia, el sentimiento provocado será lástima. En nuestro caso esta se ve reflejada en la discriminación positiva que ejerce el gobierno chileno hacia ellos mediante la cesión de tierras. Pero por otra parte, cuando la dimensión calidez sea también baja, las emociones tendrán más que ver con repugnancia o asco (En esta misma línea, los y las propietarios de las tierras podrían sentir este tipo de emociones). Estas últimas son incompatibles con la facilitación activa (ayuda, asistencia o defensa de las y los miembros del grupo) de los objetivos de la población mapuche. Los comportamientos del grupo mayoritario serán más de la índole del daño pasivo, el cual se materializaría al ignorar o excluir las necesidades de los miembros indígenas o del paternalismo (ayudar al otro grupo, pero con la intención de obtener algún beneficio para el endogrupo), cuando sean vistos como altos en calidez.

Respuesta del Pueblo Mapuche:
Los movimientos de resistencia

Siguiendo con la TIS, Tajfel, en 1981, también estableció cómo reaccionarían los grupos que percibieran su identidad social como negativa. Plantea dos tipos de respuesta: Si el grupo percibiera las diferencias de estatus como impermeables, la respuesta sería la reevaluación positiva del endogrupo a través de dos estrategias: La creatividad social y la
competición social.

La creatividad social consiste en redefinir las características asociadas a mi grupo en el caso de que las diferencias se consideren estables en el tiempo. Por ejemplo, si a los y las Mapuches se les considera ‘’salvajes gentiles a los que falta sólo la educación’’, la población podría responder resaltando los conocimientos ancestrales sobre medicina y usos de la tierra, característicos de su cultura, en los que ellos se verían como muy competentes. Este es el caso de las organizaciones ‘’Consejo de Todas las Tierras, Xeg-Xeg, Asociación Ñancucheo, Ad Mapu y la Identidad Territorial Lafquenche’’ que efectúan su propuesta dentro del marco institucional (Coordinadora Arauco-Malleco, 2000) mediante la reivindicación de la propia cultura e identidad Mapuche para integrarse en la sociedad occidental.

La competición social, que se daría cuando se considerara la situación como inestable (potencialmente cambiable) consiste en intentar aventajar al grupo de mayor estatus en una dimensión valorada por ambos grupos (Tajfel, 1981). En el caso del conflicto Mapuche, por ejemplo, podría ser en la consecución de las tierras expoliadas por el gobierno chileno. Este tipo de estrategia es la utilizada por ’’La coordinadora mapuche de
comunidades en conflicto arauco-malleco’’ a través de ‘’ movilizaciones, desbordes de la legalidad y hostigamiento a empresas bajo la consigna de recuperación del territorio » (Antileo, 1999). Por otro lado, también en este marco de competición social, esta vez a través de la violencia defensiva (uso del fuego y de graffitis reivindicativos), en 2013 apareció una organización armada llamada ‘’Resistencia Ancestral Mapuche’’, que lucha por la independencia del pueblo Mapuche.

‘’La concienciación también es una forma de intervención’’: Conclusiones.

La realidad del pueblo Mapuche es uno más de los ejemplos a nivel mundial que nos encontramos de discriminación hacia los pueblos originarios antes de las invasiones por parte de la sociedad occidental. A lo largo y ancho del planeta sucedieron numerosos casos de explotación, esclavización, y discriminación de los pueblos indígenas, que a día de hoy, aunque de forma más sutil,se siguen perpetuando. Pero, como vemos, algunos pueblos no se quedan impasibles. Al mismo tiempo que suceden estos fenómenos de discriminación, aparecen diferentes movimientos de resistencia. Seguro que en tu realidad más cercana puedes identificar alguno. ¿Qué podemos aprender sobre ellos?

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Puerto Mont, capital de la región de Los Lagos (2015).

Históricamente habitada por los Huilliches, rama austral de los Mapuches.

 

 

Ainhoa Villafranca Martínez

BIBLIOGRAFÍA

Amolef, A. (2004). La alteridad en el discurso mediático: mapuches y la prensa chilena II. Boletín IFP , 1.

Banaji, M. R. y Greenwald, A. G. (1994). Implicit stereotyping and prejudice. The Psychology of Prejudice. Ontario Symposium.

Denevan, William M. (1992). The Native population of the Americas in 1492. Madison: University of Wisconsin Press.

Dobyns, H. F. (1983). Their number become thined: Native American population dynamics in Eastern North America, Knoxville (Tenn.), University of Tennesse Press.

Fiske, S. T., Cuddy, A. J. C. & Glick, P. (2007). Universal dimensions of social cognition: Warmth and competence. Trends in Cognitive Sciences , 11(2), 77-83.

On the justification of intergroup violence: The roles of procedural justice, police legitimacy and group identity in attitudes towards violence among indigenous people. https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_de_Arauco#Ocupaci%C3%B3n_de_la_Araucan%C3%ADa

Scandroglio, B., San José, M.C., & López, J. (2008). La Teoría de la identidad social: Una síntesis crítica de sus fundamentos, evidencias y controversias. https://www.researchgate.net/publication/28219495_La_Teoria_de_la_Identidad_Social_una_sintesis_critica_de_sus_fundamentos_evidencias_y_controversias

Stuchlik, M. (1974). Rasgos de la sociedad Mapuche contemporánea. Santiago: Ediciones Nueva Universidad.

La deshumanización es un problema de todo/as…¡Tuyo también!

 

“¿Somos conscientes actualmente de la implicación de éste fenómeno?”Nueva imagen (2)

Actualmente, la deshumanización constituye una de las formas más comunes y sutiles de prejuicio, definiéndose como la tendencia que tienen las personas a percibir a los miembros del exogrupo como menos humanos (Martínez, 2013).  Investigaciones recientes sobre las nuevas formas de prejuicio confirman la existencia de un sesgo endogrupal, según el cual se considera al grupo de pertenencia (endogrupo) como más humano. Consecuentemente con ello, existe una tendencia a desarrollar conductas mediante las cuales se favorece a los miembros del propio grupo sobre los miembros de otros grupos con los que el individuo no  se identifica (exogrupos), en el modo de evaluarlos, distribuir recursos, etc.

A lo largo de la historia se han podido observar innumerables ejemplos donde los miembros de un determinado grupo, altamente discriminado, han recibido un trato vejatorio. Uno de los casos más impactantes donde se ha podido observar actos verdaderamente denigrantes e hirientes contra estos colectivos fue el Holocausto, donde aproximadamente seis millones de judíos, considerados ratas que debían ser exterminadas, fueron asesinados por el régimen nazi. No muy lejos de la realidad, actualmente la deshumanización como forma de prejuicio sigue estando fuertemente arraigada en nuestra sociedad. Si miramos a nuestro alrededor y observamos el entorno en el que vivimos, la mayoría de personas niegan tener prejuicios contra los miembros de otros grupos. Supuestamente, habitamos en una sociedad “moderna”, “igualitaria” y “democrática” donde los derechos de todas las personas deben ser respetados, y donde no existe cabida para el racismo, el machismo, la homofobia, la xenofobia, etc. Sin embargo, la realidad social es otra, y la deshumanización es un fenómeno mundialmente extendido. En el siguiente vídeo se observa como un reportero, durante la emisión en directo de su programa, desencadena una serie de comportamientos humillantes y burlones dirigidos a un “sin techo”, justificados y enmascarados en actos de “generosidad”.

Aunque es cierto que se han producido cambios importantes en la sociedad, y que existe un gran número de personas que luchan por la igualdad y la justicia social, la desigualdad sigue existiendo, y el prejuicio, más que desaparecer, ha evolucionado hacia nuevas formas.

Dentro de la Psicología Social, diferentes autores/as han intentado dar explicación al fenómeno de Deshumanización a través de numerosos trabajos. Según el Enfoque de la Atribución de Rasgos, la deshumanización tiene lugar cuando las personas privan de ciertos rasgos o atributos a los miembros de otros grupos con los que el individuo no se identifica, es decir, cuando se les niegan características o cualidades exclusivamente humanas. Bajo este enfoque se encuentran los trabajos de Leyens y cols. (2007) y los estudios de Haslam y cols. (2008). Ambos exploran qué rasgos definen a la Humanidad, considerando 3 indicadores básicos: los sentimientos, rasgos exclusivamente humanos (factor EH: civismo, refinamiento, sensibilidad moral, racionalidad y madurez) y aspectos de la naturaleza humana (factor NH: emocionalidad, calidez, apertura mental, individualidad y capacidad de profundizar). En segundo lugar, estos autores examinan en qué medida estos rasgos son o no atribuidos a los diferentes grupos, asumiendo que existirá deshumanización cuando a los miembros del exogrupo se les prive de alguno de estos rasgos. Según los/as investigadores, la principal diferencia encontrada entre los factores EH Y NH es, que mientras que los primeros (EH) diferencian a los seres humanos de los animales, los segundos (NH) distinguen a las personas de los robots o máquinas. De esta forma denotan que ambos indicadores dan lugar a las dos formas principales de deshumanización: la animalización y la maquinización.

 

Animalización y Mecanización

La animalización tiene lugar cuando las personas, además de considerar a los miembros del exogrupo menos humanos, los perciben como carentes de sentimientos y les niegan rasgos exclusivamente humanos (civismo, refinamiento, sensibilidad moral, racionalidad Nueva imagen (3)y madurez). De esta manera, los grupos animalizados son percibidos como seres incultos, carentes de civismo e irracionales, semejantes a los animales. Además, la animalización generalmente provoca emociones negativas como asco o desprecio. Un ejemplo de ello en la actualidad es el prejuicio y trato hacia los refugiados de Siria. Los miembros de este colectivo, en lugar de recibir auxilio y protección, están siendo animalizados, apilados como ganado en las fronteras de algunos países de la Unión Europea, con altas vallas de pinchos colocadas para evitar que entren en el país.  La amenaza percibida y el prejuicio hacia las personas refugiadas suscitan emociones y sentimientos de odio, hostilidad, miedo, incomodidad e inseguridad, favoreciendo así que se tomen medidas basadas en la búsqueda de la propia protección y la evitación de este colectivo.

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Por otro lado, la maquinización tiene lugar cuando las personas tienden a considerar a los miembros del exogrupo como robots, o máquinas. Los grupos mecanizados son privados de aquellos aspectos de naturaleza humana, tales como la emocionalidad, la calidez, el desarrollo intelectual y la competencia. De este modo, las personas son consideradas seres fríos, rígidos, pasivos, superficiales y desprovistos de empatía. Los ejemplos más claros de maquinización se dan actualmente en el sector de la industria o la tecnología, por ejemplo, en el contexto médico, donde los y las pacientes pueden ser tratados por el personal médico como máquinas que hay que reparar. Otro ejemplo común en los países más desfavorecidos es la explotación infantil, donde niños y niñas son considerados especies de robots o máquinas preparados únicamente para trabajar, sin capacidad de sentir, sufrir o desarrollarse intelectualmente.

Consecuencias de deshumanización

El fenómeno de deshumanización está actualmente generalizado y se da con frecuencia en una variedad de contextos interpersonales e intergrupales, ocurriendo incluso entre grupos en los que no existe conflicto. Por estos motivos, es importante señalar cuáles son las consecuencias y el impacto de este tipo de comportamientos.

Se ha demostrado que la animalización tiene efectos sobre la conducta prosocial y la ayuda. En este sentido, Vaes, Paladino y Leyens (2002) observaron en sus estudios que cuanto más deshumanizaban los/as participantes a  los miembros de otros grupos sociales con los que el individuo no se identifica o de los que no forma parte, menos sentimientos les atribuían, y menos ayuda estaban dispuestos a ofrecerles. Como ya he mencionado, esto se puede observar claramente en el trato  que muchos de los países de la Unión Europea están teniendo con los refugiados de Siria. Estas personas que huyen de la miseria y las guerras atraviesan desiertos y océanos poniendo su vida en riesgo, y sin embargo, al llegar a Europa, se topan con vallas triples de seis metros, vallas que los separan de sus derechos.

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El siguiente vídeo refleja como un determinado grupo de personas deshumanizan a los miembros de otro colectivo discriminado, y cómo en lugar de tener un comportamiento prosocial real, están llevando a cabo conductas de mofa y humillación para el grupo desfavorecido. En él, unas mujeres de origen rumano están siendo animalizadas, tratadas como  “monos de feria”, y motivo de risas y burlas.

Por otro lado, se ha encontrado que la deshumanización también se relaciona con la agresión. Por ejemplo, Rudman y Mescher (2012) observaron que cuanto más percibían a las mujeres como animales, mayor era la proclividad de los participantes al acoso sexual y a la violación de las mismas. Este hecho se puede reflejar a su vez en la explotación sexual infantil, considerado como uno de los problemas mundiales más importantes, que atenta contra los derechos y la dignidad de millones de niños/as, sobre los cuales se infringe  un sufrimiento indescriptible, basado en la violencia y el abuso sexual con fines comerciales.

Desde el punto de vista de las personas que sufren animalización y mecanización, Bastian y Haslam (2011) encontraron que las consecuencias de estas formas sutiles de maltrato pueden ser severas. Concretamente, demostraron que aquellas personas víctimas de la animalización (percibirse como incompetente, poco cívico e inmoral) eran propensas a mostrar emociones de culpa y vergüenza, mientras que las personas mecanizadas tendían a sentir tristeza y enfado hacia sus agresores.

            La deshumanización es un fenómeno habitual y enmascarado que actualmente afecta a un gran número de colectivos. Constituye una forma de prejuicio plenamente instaurada en la sociedad, y aunque muchas veces pasa desapercibida, debemos ser conscientes de la existencia de este tipo de discriminación, y contribuir en la medida de lo posible a que un mundo más justo sea posible.

María Dolores Sánchez Hernández

 

BIBLIOGRAFÍA

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Haslam, N. (2006). Dehumanization: An integrative review. Personality and Social Psychology Review, 10, 252-264.

Haslam, N., Loughnan, S., Kashima, Y., y Bain, P. (2008). Attributing and denying humanness to  others. European Review of Social Psychology, 19, 55– 85.10.1080/10463280801981645

Leyens, J.‐Ph., Demoulin, S., Vaes, J., Gaunt, R., y Paladino, M. P. (2007). Infra‐humanization:The wall of group differences. Journal of Social Issues and Policy Review, 1, 139– 172. doi:10.1111/j.1751‐2409.2007.00006.x

Martínez, R. (2013). Animalizar y Mecanizar: Dos formas de Deshumanización (Tesis Doctoral). Universidad de Granada, Granada, España.

Martínez, R., Rodríguez-Bailón, R. y Moya, M. (2012). Are they animal or machines? Measuring dehumanization. Spanish Journal of Psychology, 15(3), 1110-1122.  http://dx.doi.org/10.5209/rev_SJOP.2012.v15.n3.39401

 

 

 

 

Ser mujer, ¿Una barrera para ser líder?

No abandones el camino hacia el éxito sin antes intentarlo

Partiendo de la desigualdad de género existente en la sociedad, abordaremos las causas y el mantenimiento de los prejuicios hacia las mujeres que se sitúan en puestos ejecutivos.

Con el paso de los años, la sociedad ha ido evolucionando y con ello las diferentes culturas. Antiguamente, las mujeres no tenían casi derecho a formarse para obtener un trabajo remunerado digno o no tenían los recursos suficientes para poder alcanzarlo. No obstante, hoy día nos encontramos más mujeres que lo han conseguido, incluso llegando a ocupar puestos de liderazgo. A pesar de esto, tal y como muestran las cifras del Instituto de la Mujer (2016), en los puestos directivos se encuentran alrededor de un 31,20% de mujeres, y un 68,80% de hombres, siendo más del doble. La claridad de estos datos deja al descubierto la desigualdad de género que sigue encontrándose dentro de las organizaciones, la cual sigue existiendo en parte, debido a los prejuicios existentes hacia estas mujeres.

¿Por qué existen y se mantienen los prejuicios hacia las mujeres líderes? Para poder contestar a esta pregunta nos centraremos en las teorías basadas en los roles de género que podemos encontrar dentro de la Psicología Social.

Tal y como decía Eagly (1987) en su Teoría del Rol Social, tendemos a asociar determinados roles y conductas a hombres y mujeres (a esto le llamamos norma descriptiva). Con esto queremos decir que a la mujer se le atribuyen características comunales (cálida, amable y solidaria) y a los hombres agénticas (asertivo, competitivo e independiente) (Rudman, Moss-Racusin, Phelan, y Nauts, 2012).  Las consecuencias de ello es que, normalmente esperamos que las personas deben comportarse de una determinada manera, en función de las características ya mencionadas (a esto le llamamos norma prescriptiva) (Eagly y Karau, 2002).

Casi dos décadas después, esta teoría les sirvió a Eagly y Karau (2002) para proponer la Teoría de la Congruencia del  Rol. Ésta teoría está basada más específicamente en el prejuicio hacia las mujeres líderes. Su idea principal nos pone de manifiesto que si un trabajo no es congruente con el estereotipo de género femenino (cálida, amable, solidaria…), la mujer tendrá dificultades para alcanzar ese puesto. Es decir, existirán actitudes más desfavorables hacia ellas que hacia los hombres, tendrán mayor dificultad para conseguir roles de liderazgo, y una mayor dificultad para reconocer su efectividad en estos puestos. Por ejemplo, el puesto de controlador/a aéreo está asociado a características agénticas, y la mujer está asociada a características comunales, entonces existiría una incongruencia entre el rol de género femenino y el trabajo, lo que provocará que la mujer se perciba como menos competente en ese puesto. Esto también se puede apreciar en trabajos más comunes como banquerx, conductor/a, ingienerx…

Acorde con esta teoría podemos encontrar dos tipos de prejuicios hacia las mujeres líderes (Eagly y Karau, 2002), siendo un obstáculo para ellas a la hora de acceder a este tipo de puestos. Por un lado, acorde con la norma descriptiva, la percepción de que poseen menos habilidades de liderazgo, es decir, percibimos que las mujeres están menos cualificadas para este tipo de trabajos. Por otro lado, acorde con la norma prescriptiva, hacemos evaluaciones negativas hacia estas mujeres por comportarse como una líder. Un ejemplo claro sería Angela Merkel (Figura 1), canciller de Alemania, la cual se encuentra en un puesto predominantemente masculino y lo desempeña con cualidades más masculinas que femeninas. A pesar de la dificultad de la mujer para ocupar este tipo de puestos, en casos como estos realizamos evaluaciones negativas porque percibimos que no se comporta de acuerdo con su rol de género femenino.

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Figura 1. Angela Merkel (Diario de Yucatan, 2017)

Además, se ha encontrado que estos prejuicios se mantienen dentro de las organizaciones por un efecto denominado “Backlash”, el cual vamos a explicar a continuación.

El Efecto Blacklash se refiere a las evaluaciones y formas negativas de tratar a una mujer, sancionándola social y económicamente, cuando no se comporta de acuerdo a su rol de género (Phelan y Rudman, 2010; Rudman y Farichild, 2004). De este modo, dentro de las empresas, encontramos un proceso de discriminación hacia estas mujeres, a través de prejuicios o a través de las contrataciones, promociones, aumentos salariales (Phelan y Rudman, 2010). Cuando una mujer acude a una entrevista para estos puestos es evaluada por su falta de habilidades sociales, minimizándose su alta competencia. Incluso a la hora de promocionar o incrementar el salario, las mujeres tienen menos probabilidad de ser elegidas que los hombres.

Siguiendo esta línea, cuando las mujeres compiten por estos recursos profesionales sufren dos tipos de riesgos (Rudman y Phelan, 2008). El riesgo de ser despedidas por carecer de habilidades congruentes con un líder (competencia, asertividad, independencia), y de ser rechazadas por no comportarse de acuerdo a su roles de género (calidez, amabilidad y solidaridad), a pesar de poseer las habilidades agénticas de un líder.

Por consiguiente, podemos decir que las sanciones sociales y económicas que sufren las mujeres al intentar desconfirmar el estereotipo de género, hacen que no luchen por obtener estos recursos. Las consecuencias para éstas son la imposibilidad de convertirse en modelos de éxito y ser reconocidas socialmente (Rudman y Farichild, 2004), lo que a su vez modificaría el estereotipo de género de la mujer en este tipo de puestos. Por tanto, por el miedo a represalias por el éxito no luchan contra los roles de género tradicionales (Phelan y Rudman, 2010), haciendo que los estereotipos culturales se mantengan.

¿Cómo cambiamos esto?

Los roles de género tradicionales aumentan los prejuicios hacia estas mujeres, al generar una percepción diferencial de hombres y mujeres respecto a las puestos de liderazgo (López-Zafra, García-Retamero, y Eagly, 2009), haciendo que estas últimas se interesen menos por estos puestos. Por consiguiente, podemos decir que estos roles hacen que se cree una barrera para la igualdad de género dentro las empresas. Para poder eliminar los juicios estereotípicos, es necesario cambiar la distribución de roles de género en la sociedad, lo que daría lugar a unos roles igualitarios para hombres y mujeres. Donde al igual que los hombres, las mujeres se merezcan estos puestos, ya que poseen las competencias suficientes para desempeñarlos.

Para poder cambiar esta situación es necesario un mayor empoderamiento femenino.  Si se aumenta la identidad feminista y se muestran modelos contra estereotípicos a las mujeres, cabría esperar un aumento en sus aspiraciones hacia el liderazgo (Leicht, Gocłowska, Breen, de Lemus, Randsley de Moura, 2017; Rudman y Phelan, 2010). Se podrían hacer campañas donde se muestren mujeres líderes famosas (modelo contra estereotípico), o regalar objetos que puedan aumentar la identificación con el feminismo, tales como tazas, camisetas, fundas, carpetas, etc. (En la siguiente página se pueden diseñar estos objetos con profesiones contra estereotípicas: https://www.girlscantwhat.com/). Estos modelos hacen que la mujer se sienta segura de comportarse como tal, considerando estos puestos como alcanzables y posibles (Leicht et al., 2017).  En definitiva, es necesario modificar los estereotipos de género para llegar a una igualdad de género (Rudman y Phelan, 2010), aumentando así las aspiraciones de la mujer.

Sheryl Sandberg, directora ejecutiva de Facebook y experta en el tema ha escrito un libro (Figura 2) donde anima a las mujeres a que “crean en sí mismas, negocien por mejores condiciones, sean dueñas de sus vidas, y sobre todo que no se vayan antes de irse”.

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Figura 2. Vayamos adelante. Elaboración propia.

Explica la necesidad de mentalizar a las mujeres de que pueden llegar a superar estas barreras y alcanzar el éxito profesional. Una vez allí, deben ser fuertes y convencerse de que merecen estar ahí, y obviar los pensamientos de que no deben de estar en ese puesto. Deben salir de su zona de confort, mostrar confianza en lo que saben, y no pensar que todo su éxito es meramente causalidad. En caso contrario, se verán obligadas a rechazar nuevas oportunidades de éxito, y quedarse estancadas.

 

 

En el siguiente vídeo pueden encontrar una conferencia de Ted, donde la autora habla de muchos aspectos citados en su libro de forma resumida.

*Abajo a la derecha tiene la opción de ponerle subtítulos

Laura Villanueva Moya

BIBLIOGRAFÍA

Eagly, A. H. (1987). Sex differences in social behavior: A social-role interpretation. Hillsdale, NJ: Erlbaum

Eagly, A. H., y Karau, S. J. (2002). Role congruity theory of prejudice toward female leaders. Psychological Review, 109(3), 573-598.

García-Retamero, R., y López-Zafra, E. (2006). Prejudice against women in male-congenial environments: Perceptions of gender role congruity in leadership. Sex Roles, 55(1-2), 51-61.

Girls Can’t WHAT? (2016). Decatur, USA.: Girls Can’t WHAT?Custom Gifts and Tees. Recuperado de: https://www.girlscantwhat.com/

Leicht, C., Gocłowska, M. A., Breen, V., A, J., De Lemus, S., y Randsley de Moura, G. (2017). Counter-Stereotypes and Feminism Promote Leadership Aspirations in Highly Identified Women. Frontiers in Psychology, 8.

López-Zafra, E., García-Retamero, R., y Eagly, A. H. (2009). Congruencia de rol de género y aspiraciones de las mujeres a posiciones de liderazgo. Revista De Psicología Social, 24(1), 99-108.

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