Desmontando los criterios que justifican la Gordofobia
El siguiente ensayo trata de exponer la discriminación que sufren las personas gordas, así como cuestionar los criterios médico y estético que la sustentan, y mostrar las consecuencias de esta; para finalmente visibilizar la lucha por la diversidad corporal.
¿Cuántas veces a lo largo de vuestra vida os han criticado, juzgado o cuestionado por vuestro peso?, ¿Cuántas veces habéis hecho lo propio con otras personas? ¿Cuántas veces os habéis sentido insatisfechxs con vuestro cuerpo?, Todas estas son cuestiones que, a pesar del devastador efecto que puedan tener en nuestras vidas, aceptamos, e incluso justificamos habitualmente.
Tal y como plantea Marcela Lagarde, los cuerpos no son productos bilógicos, sino productos sociales sujetos a control, programados y desprogramados para cumplir determinados fines sociales. En esta misma línea, Foucault plantea que estos dispositivos de control domestican y regulan los cuerpos, sometiéndolos así a la estructura hegemónica patriarcal.
Este patriarcado establece límites mucho más laxos para hombres que para mujeres, así como una discriminación mucho menos evidente, intensa y continuada. Es innegable que al sistema heteropatriarcal le molesta que haya mujeres que rompan con los cánones establecidos, revelando un cuerpo y una sexualidad que no están supeditados a los deseos de hombres heterosexuales, por lo que castiga a quienes salen de la norma.
La comunidad gorda es objeto de estereotipos, prejuicios (ver entrada ¿Qué es el prejuicio?) y discriminación de múltiples formas. Los estereotipos en torno a este colectivo, suelen representar personas egoístas, ociosas (Arnaiz, 2011), sucias, vagas, dejadas (Piñeyro, 2016), avariciosas, con falta de voluntad, conductas antisociales (Greenberg, 2003), bajo autocontrol, e incluso menor razonamiento social y escasas habilidades de cooperación (Solbes, 2008). Estos estereotipos son reproducidos incesantemente a través de medios de comunicación y productos culturales, contribuyendo así al mantenimiento y extensión del prejuicio, y la consecuente discriminación.
La gordofobia es definida como una “expresión de odio hacia cuerpas que no encajan con los patrones corporales normativos”(Alvarez, 2014), así como un tipo de rechazo social y discriminación consolidada a través de tres ejes; cultural, institucional, y social (Piñeyro, 2016).
A nivel cultural son constantes los bombardeos mediáticos que presentan imágenes de personas gordas sujetas a estereotipos negativos. Asimismo, institucionalmente el colectivo de personas gordas ha sido denostado principalmente en los ámbitos laboral y sanitario; restringiendo su acceso laboral bajo el requisito de “buena presencia”, excluyéndolas de la seguridad social y clasificándolas bajo criterios médicos cuestionables como el Indice de Masa Corporal (IMC) (Jimenez, 2013) entre otras. Por otro lado, a nivel social, son excluidas de las relaciones de tipo afectivo-sexual, además de sufrir acoso callejero y bulling (en todas sus formas) en mayor medida que la población con una corporalidad normativa.
La discriminación gordófoba, posee ciertas características diferenciadoras de otras formas de discriminación. La población gorda no presenta sesgo positivo o discriminación endogrupal, es decir, las personas gordas no se sienten orgullosas de pertenecer a esta categoría social. Asimismo, se produce una atribución de responsabilidad por parte de otrxs y ellxs mismxs, de modo que, en vez de culpar a quienes les juzgan por su peso, habitualmente se culpan ellxs mismxs, dando lugar a un empeoramiento de la autoestima (Crocker, 1993). Además, tal y como muestra la Teoría de la Atribución de Weiner (1995), cuando una característica negativa se percibe como “controlable” es más estigmatizada que cuando se considera incontrolable, tal y como sucede con la obesidad (y con el VIH, ver entrada). A diferencia de otros colectivos (étnicos por ejemplo), tampoco existen (o son muy pocos) modelos positivos de personas gordas con las que estas puedan identificarse, y el prejuicio al que son sometidxs aumenta a lo largo de los años. Por último, es importante resaltar, que paradójicamente, quienes rechazan y estigmatizan la gordura consideran que de algún modo están ayudando o incentivando a quien critican, obviando que estas críticas aumentarán el estrés de estas personas, así como conductas alimenticias no saludables (Fairburn, 1997).
Esta gordofobia se sustenta bajo criterios médicos, estéticos. La medicina moderna como institución reguladora de la salud social fomenta la lipofobia y la gordofobia mediante discursos culpabilizadores y de alarma social respecto a la obesidad. Estos discursos se basan en una categorización diagnóstica a partir del IMC, el cual ha sido ampliamente cuestionado debido a sus limitaciones como herramienta cuantitativa, e investigaciones que plantean una alta relación entre obesidad y mortalidad. Sin embargo, existen otras líneas de investigación la cuales exponen que la obesidad podría jugar un papel protector en la salud (Jimenez, 2013).
En un sentido estético, la delgadez se asocia con la belleza, el estatus y el atractivo sexual, excluyendo a cualquier cuerpo disidente. Esta visión se extiende constantemente a través de los medios de comunicación, y es asumida por la mayoría de la población, negando muchas veces la sexualidad de las personas gordas.
Estos discursos generan una cantidad de dinero ingente a partir de la venta de productos light y medicamentos para controlar el peso, gimnasios, clínicas estéticas etc.
Toda esta presión tiene como consecuencia un deterioro de la salud física y psicológica de las personas gordas; presentando mayores niveles de ansiedad, depresión y conductas suicidas, así como un auto-concepto negativo, conductas alimenticias de riesgo, y menor calidad de vida (Solbes, 2008), mayores niveles de estrés y menor auto-control (Mayor, 2012).
Resistiendo a toda esta violencia, surge la lucha por la diversidad corporal en EEUU a finales de los 60. Partiendo de que las presiones corporales afectan a cualquier persona que escape de la normatividad, resulta esencial aunar las luchas entre trans, gordxs y personas con diversidad funcional. Así como analizar de qué forma interseccionan los ejes de género, etnia y clase social; puesto que existe abundante evidencia empírica la cual muestra que tanto las mujeres, como las personas racializadas, y las personas pobres sufren sobrepeso en mayor medida (Giacoman, 2009). Durante los últimos años estas luchas han cogido fuerza en internet mediante grupos de facebook como StopGordofobia, Lodifobia, Ramonak, Orgullo Gordo, Cuerpos Empoderados, y Gorda! Zine, entre otras.
Irene Barrasa
BIBLIOGRAFÍA
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Fairburn, C. G., Welch, S. L., Doll, H. A., Davies, B. y O’Connor, M. E. (1997). Risk factors for bulimia nervosa: A community-based, case-control study. Archives of General Psychiatry, 54, 509-17.
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